LO QUE NOS QUEDA

El oro que reconocemos es dorado y brilla. Y somos capaces de reconocerlo cubierto de barro o sangre, que son los otros dos elementos necesarios para extraerlo tal y como nos han enseñado el tiempo y la codicia. Estas tres materias, combinadas de distinta manera, producen la energía que ha alimentado el mundo durate siglos, y a la que volvemos en tiempos adversos, menos dados a la retórica económica.

La primera ley de la termodinámica en su acepción más conocida nos indica que la materia ni se crea ni se destruye (sí, sólo se transforma). Es a través de la ley de la conservación de la energía que en una lectura más profunda viene a decir que en cualquier sistema la energía tiende a conservarse invariable en el tiempo si no media interacción alguna.

La capacidad del hombre para “interactuar” con su medio natural, está mostrándonos algunos de sus frutos más devastadores, como nos muestra la realidad, mediada o no, que se manifiesta por un lado en las transformaciones (hasta el punto del no-retorno) en nuestro entorno y por otro, en el agotamiento de los recursos naturales, en esta última fase, a una velocidad de vértigo.

La explotación a gran escala en la que hemos convertido el mundo para extraer en nuestro provecho todas aquellas materias que mantienen nuestro estatus, ha ido dejando a su paso, no sólo paisajes mutados por su destrucción, sino que ha arrojado en ese entorno una enorme masa de otras materias de desecho que están contribuyendo de manera decisiva al empobrecimiento de nuestra vida a medio y largo plazo.

La segunda ley de la termodinámica nos indica que toda transformación de la energía (y en una versión ampliada, de la materia) implica un inevitable aumento del caos, entendido como desperdicio, como material de desecho, como perturbación, como desorden, como ruina, como escoria, como escombro, como lodo… que es la materia de la que se compone el paisaje que se abre ante nuestros ojos…

El proyecto “LO QUE NOS QUEDA” se compone de una serie fotográfica que muestra de una manera implícita todos los cambios, los usos y las reacciones que se producen en nuestro entorno día a día. Muestra esos paisajes mutados para ser reconstruídos en su propia destrucción.

Imágenes interiores generadas por el aumento de ese caos en el que vivimos actualmente, entendido de la manera que apuntaba anteriormente. Buscando espacios que se abandonan al caos, como desperdicio, como materia de desecho, como desorden, como ruina, como escombro. Lo que nos queda por esperar, por utilizar, buscar, explotar, luchar, aceptar, enseñar, demostrar, vaciar, …